miércoles, abril 25, 2018

Bru, o el exilio de la memoria


A pesar de haber perdido la memoria. Mientras alguien nos recuerde existimos.
La memoria nos hace reales. Podemos contar quienes somos y que hemos hecho.
Las biografías cumplen con ese cometido. Recordar.  Recordarnos.
Luis Buñuel en su libro Mi último suspiro dice: “Hay que haber empezado a perder la memoria, aunque sólo sea a retazos, para darse cuenta de que esta memoria es lo que constituye toda nuestra vida. Una vida sin memoria no sería vida, como una inteligencia sin posibilidad de expresar no sería inteligencia.”
Amalá Saint Pierre y Francisco Paco López decidieron rescatar la memoria de Roser Bru. Y utilizan este biodrama para contar a dos voces la historia de Roser. Un diálogo casi al unísono con fondo de El Bolero de Ravel.
Niña, joven, exiliada, inmigrada. Hija, madre y abuela. Siempre artista comprometida con la historia que la acompaña desde su nacimiento.
Barcelona, la República española, el exilio europeo, el exilio chileno. La inmigración y el decidir quedarse aquí.
“Guerra, exilio, desaparecidos. Roser ya vivió demasiadas guerras, demasiados exilios…”
Así lo cuentan  y nos muestran fotos y pinturas que nos pasean por la vida de Roser. La vemos joven, sola y acompañada. Conocemos a sus padres y hasta la maleta con que cruzó montañas y mares.
El relato contiene emoción.  Es imposible quedar inconmovible ante la historia.
Todo el texto nos recuerda a Henry Miller cuando anuncia “El artista está en guerra perpetua con la muerte”.

Esta investigación de teatro documental, ya publicada en un libro, es la primera parte del proyecto que fue  financiado por Fondart 2017. La segunda fase será  la experimentación escénica del texto cuyo resultado final será la puesta en escena de la obra.

Ya la esperamos.


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