Luego
de una exitosa premiere en el Performance Festival Niemandsland de Dusseldorf,
“Salz; la tierra del cuerpo”, obra de la artista chilena radicada en Alemania,
se presentó el 6 y 7 de enero en el Centro Cultural Espacio Arte Nimiku de
Santiago de Chile. ( Mabel Diana)
“La sal, es la tierra en donde todo lo
que es, se constituye como tal. Somos soluto y solvente un juego constante de
goteos, derrames, aglutinamientos, condensaciones, cristalización entre otras
acciones y reacciones”, afirma Camila Scholtbach. La coreógrafa e intérprete
chilena presentó el 6 y 7 de enero en el Centro Cultural Espacio Arte Nimiku de
Santiago de Chile, su obra “Salz; la tierra del cuerpo”, un solo de danza
contemporánea que elaboró durante cuatro años.
Al entrar se ve en un extremo un círculo
blanco dividido por la mitad. Está hecho con sal. En una columna cuelga un saco
largo de pieles blancas. En otro extremo hay una vasija blanca con luz adentro.
Al fondo, un caparazón blanco indefinido. El público se coloca alrededor de la
escena.
Camila Scholtbach está en el espacio.
Se mueve. Cada parte de su cuerpo se mueve. Está dando vida a cada célula. La
naturaleza animal intrínseca está alerta en cada uno de sus movimientos y es un
reflejo de los humanos como seres vivientes. Mamíferos, pero… además, personas.
Cada movimiento ordenado por el cerebro
¿Es instintivo? O es simplemente esencial, eso tan orgánico y natural que une y
a la vez diferencia al hombre de los animales. Caminar, respirar, comer, amar,
parir, nacer y morir. Todo dentro de una secuencia de tiempo, en el espacio
habitado.
Todo sucede en recorridos previamente
determinados. Líneas que la llevan a través de las diferentes etapas. Desde la
inconsciencia de lo que ya sucede en su cuerpo, va pasando por transformaciones
lánguidas (la línea blanca que se traza en su cuerpo y surca su vientre hasta
la cabeza), a las metamorfosis inocultables (las pieles, el caparazón
maternal), hasta dar a luz, metafóricamente, sobre la vasija iluminada.
Para cerrar el círculo, se alimenta y
se viste para el reencuentro con su cuerpo y su identidad. Sus movimientos de
reconocimiento son armónicos, libres, placenteros. Es la danza de la vida.
Durante el transcurso de la función, la
música, de Álvaro Severino y Joan Chávez, va desarrollándose a la par. Es otra
pieza del engranaje que hace que todo caiga en su lugar. No se sabe qué es lo
primero si el movimiento o la música. Todo está perfectamente ajustado, es una
unidad indivisible. La iluminación de Felipe Beltrán ocurrió en los momentos
precisos, y dio la atmósfera para el paso de una escena a la otra.
Camila Scholtbach es una exquisita
intérprete de sus ideas. En sus desplazamientos y acciones aparecen su técnica,
su creatividad y el trabajo minucioso de investigación hecho para llegar a este
resultado, que tuvo su estreno mundial en el Performance Festival Niemandsland,
Dusseldorf, Alemania, el 15 de abril de 2016.
http://www.danzahoy.com/home/2017/01/la-vida-a-traves-de-la-danza/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario