miércoles, mayo 01, 2024

Evocaciones inenarrables del horror naturalizado

Mabel Diana

Un espacio íntimo. Un sillón. Un hombre sentado. Una puerta recostada, un extremo sobre el sillón y el otro descansando en el suelo. Él mira a los espectadores, lenta y minuciosamente. Viste camisa, pantalón, zapatos. 
Comienza a mover las manos. Los brazos, la cabeza, el torso. Un cambio de luz y también cambia su posición en el sillón. 
La puerta es un conductor de sonido. El personaje al tocarla, hace que ella, convertida en instrumento, responda a sus roces, apoyos, contactos. 
Su cuerpo escribe la partitura al moverse. 



Los cambios de luz marcan las zonas que él usa. Cambios de posiciones, equilibrios, vibraciones y respiración dibujan los movimientos. 
Hunde una mano en el sillón. 
Hay penumbra, aparece una luz bajo la puerta que se cuela por las rendijas. 
Él se va metiendo debajo de la puerta hasta dejar solamente un brazo fuera. Aparece la cabeza, la mueve, una luz sobre ella. 
Golpea la puerta, sonidos de guitarra. Respira, sus manos rascan, rasguñan, crean sonidos rítmicos. 
Sube una pierna, el pie ya descalzo, luego la otra pierna. 
De rodillas manos a la espalda, se desliza por la puerta (¿plataforma, escenario, casa, mundo?) se para y camina de espaldas. 
Ya sin camisa, solo una camiseta. Una luz fuerte lo ilumina, amarilla, dorada. Su sombra se refleja en la pared lejana.
Se acuesta sobre la puerta y saca una cadena metálica que al deslizarla sobre la superficie hace un sonido fantasmal. Luego saca otra cadena más gruesa y la resbala provocando un sonido más fuerte, y luego otra más gruesa y repite el arrastre aumentando el sonido. (¿Horror naturalizado?)

 
Saca un vaso y toma agua, en cuclillas sobre la puerta deja caer unas pequeñas gotas que suenan al tocar la superficie. Lo repite. 
En equilibrio, se mueve, tiembla hasta que cae fuera y se esconde debajo de la puerta. Se quita la camiseta, sonido de metralla.

Vuelve a sentarse como al comienzo, se pone unos guantes de cuero, y saca dos pequeños aparatos que fija a la puerta y producen otros sonidos electrónicos. 
Levanta el sofá y lo para detrás de la puerta que sigue acostada sobre unos cojines, coloca los objetos y la ropa sobre ésta y él se coloca dentro del sofá, que lo encuadra, lo protege, lo encierra, como un escaparate, como un sarcófago. Se escucha un sonido de disco rayado, que no acaba de terminar.
Creo que me olvido de muchas otras cosas que Alejandro Cáceres hace en este monólogo que grita. 
Un tour de force que nos hace quedar exhaustos a la par de él. 
Su entrega, su precisión, su juego entre el sonido, la luz y el movimiento nos mantuvo durante todo la presentación a la expectativa de lo que sucedería en el minuto siguiente. 
Sus evocaciones inenarrables, nos llevaron por ese mundo oscuro donde se mueven la realidad y las pesadillas.  La oscuridad y el encandilamiento. Las ensoñaciones y la verdad.     


Alejandro Cáceres: Bailarín, coreógrafo y docente. Con formación en teatro, danza, música y aikido.Ha trabajado como intérprete en teatro y danza y desde 1998 ha creado y co-creado obras centradas en la investigación del cuerpo, movimiento y sonido, con las que se ha presentado en Chile, México. Uruguay, Brasil, España y EEUU.

Ramiro Molina: Improvisador,compositor y guitarrista.Trabaja desde formatos de solista hasta septetos,actualmente lidera la agrupación RAM TRÍO y su proyecto solista Solo Guitarra.Desde 2000 aborda  la Improvisación Libre como disciplina.Ha fundado Piso3 y el festival FIMI. Ha dictado clases y talleres de improvisación en diversas universidades y realizado giras en Argentina y Brasil.

David Coydán: Diseñador, realizador y escenógrafo de compañías como La Troppa, Zapallo de Troya, La Tempest, Fuego Negro, Ictus y el BANCH. Docente y consultor en colegios y en escuelas universitarias de teatro,  pedagogía y  diseño industrial.

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