miércoles, abril 25, 2018

Shock “Anatomía del abandono” Por las víctimas inocentes. Obra de Vicky Larraín


Lugar  de las funciones Villa  Grimaldi (*).
Desde la entrada el espacio va definiendo la atmósfera. Se pasa al lado del muro de los nombres de las víctimas desaparecidas. La obra se adueña del lugar.
Una voz en off va recitando esos nombres, como una letanía que acompaña la entrada del público, que dirigido, se  lo lleva al pie de La Torre (*) donde dará comienzo este shock.

La Torre marca el inicio. Una puerta abierta desde donde se atisban seres andrajosos, empolvados, que se mueven lentamente, como si apenas despertaran del horror, como fantasmas pasmados de estar allí.  Son diez. Llenan el espacio. Con sus emociones, con sus gestos, con sus desventuras.
Son las víctimas del abandono. Con su salida el público retrocede hasta la platea del teatro que está a continuación. Un amplio escenario bajo una gran estructura abierta.

Las escenas se van desenvolviendo muy bien definidas, bien distribuidas en el espacio. Con sus ritmos diferentes y a la vez dándole unidad a la obra.
La búsqueda frenética del otro, el desconcierto al encontrarse con algo, o con alguien que puede ser o no ser ese ser tan añorado. Ese tocar el cuerpo que se atraviesa,  tratar de reconocerlo, de sentir si late, si vive, si es.
Vicky Larraín aparece. Su fuerza interpretativa conmueve. Es la madre desolada cargando un hijo quizás muerto, desaparecido o abandonado. Una carga preciosa que destroza.
Natalia Cuellar muestra su control del tiempo. Ese saber estar inmóvil moviéndose lo imprescindible.
Javier Muñoz vive cada gesto, cada movimiento, y no deja que los espectadores lo abandonen.
Francisca de Petris  acongoja con sus gritos desgarradores.
Todos son un conjunto amalgamado, afiatado, entregado de lleno a las manos de la creadora, que los lleva por el camino elegido con destreza y seguridad.

Vicky Larraín tomó como referencias para desarrollar la obra distintos sucesos que han puesto en shock al mundo. Por su brutalidad, por su inhumanidad. La bestialidad de la bomba  en Hiroshima, las torres Gemelas en N.Y., los 43 estudiantes mexicanos asesinados en 2014, los detenidos desaparecidos en Chile y Latinoamérica.
Todos  eventos,  durante los cuales, fue imposible protegerse, resguardarse. Donde lo peor del ser humano produjo el shock del alcance de lo inimaginable en la cotidianidad.

FICHA TÉCNICA
Teatro gestual: “Shock: Anatomía del Abandono”
Dirección: Vicky Larraín
Elenco: Marjorie Ávalos, Natalia Cuéllar, Raimundo Estay, Romina Paz Rojas, Carlos Cortes, Pelusa Trincado, Francisca de Petris, Juan Pablo Iriarte, Kevin Magne, y Javier Muñoz.
Sonido: Collage
Producción: Luis Piñango
Difusión: Gastón Zepeda
Diseño Iluminación:
 Jorge Osorio Peralta 


Funciones abril 2018: Villa Grimaldi, Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, con funciones gratuitas en La Pintana, Los Vilos y Valparaíso.









(*) Villa Grimaldi fue el recinto secreto de detención y tortura más importante de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) la policía secreta del régimen militar de Augusto Pinochet en Chile entre 1973 y 1977. El local, conocido por los agentes de la  DINA como Cuartel Terranova.
Los primeros detenidos llegaron ya a mediados de 1974. Hacia el verano de 1975, Villa Grimaldi pasó a convertirse en el centro de operaciones de la BIM, que ejercía la función de represión interna en Santiago.
En la actualidad se conoce como Parque por la Paz Villa Grimaldi, fue recuperado y convertido en sitio de memoria y espacio de promoción de los Derechos Humanos, gracias al trabajo de sobrevivientes, organizaciones de Derechos Humanos y la comunidad.
(*)La Torre: en su interior se construyeron celdas de setenta por setenta cm. de largo y dos metros de alto, con una puerta pequeña que obligaba a entrar gateando. La torre disponía de una sala de torturas. A muchos de quienes permanecieron en La torre no se les volvió a ver. 

Bru, o el exilio de la memoria


A pesar de haber perdido la memoria. Mientras alguien nos recuerde existimos.
La memoria nos hace reales. Podemos contar quienes somos y que hemos hecho.
Las biografías cumplen con ese cometido. Recordar.  Recordarnos.
Luis Buñuel en su libro Mi último suspiro dice: “Hay que haber empezado a perder la memoria, aunque sólo sea a retazos, para darse cuenta de que esta memoria es lo que constituye toda nuestra vida. Una vida sin memoria no sería vida, como una inteligencia sin posibilidad de expresar no sería inteligencia.”
Amalá Saint Pierre y Francisco Paco López decidieron rescatar la memoria de Roser Bru. Y utilizan este biodrama para contar a dos voces la historia de Roser. Un diálogo casi al unísono con fondo de El Bolero de Ravel.
Niña, joven, exiliada, inmigrada. Hija, madre y abuela. Siempre artista comprometida con la historia que la acompaña desde su nacimiento.
Barcelona, la República española, el exilio europeo, el exilio chileno. La inmigración y el decidir quedarse aquí.
“Guerra, exilio, desaparecidos. Roser ya vivió demasiadas guerras, demasiados exilios…”
Así lo cuentan  y nos muestran fotos y pinturas que nos pasean por la vida de Roser. La vemos joven, sola y acompañada. Conocemos a sus padres y hasta la maleta con que cruzó montañas y mares.
El relato contiene emoción.  Es imposible quedar inconmovible ante la historia.
Todo el texto nos recuerda a Henry Miller cuando anuncia “El artista está en guerra perpetua con la muerte”.

Esta investigación de teatro documental, ya publicada en un libro, es la primera parte del proyecto que fue  financiado por Fondart 2017. La segunda fase será  la experimentación escénica del texto cuyo resultado final será la puesta en escena de la obra.

Ya la esperamos.