Un plano inclinado llena el espacio. Lo más alto al fondo y lo más bajo
al frente. Con una pequeña plataforma rectangular arriba y otra abajo, del
ancho de la rampa.
Una tela gris sedosa, lo cubre
todo. Comienza a moverse debajo de ella un cuerpo que se manifiesta sutilmente.
Adquiriendo diversas formas y volúmenes y con cambios de ritmo.
Oscuro y aparece el cuerpo de ella al final de la rampa. Se descubre, pero vuelve a cubrirse y hace
formas con volumen. La plataforma baja está cubierta de velcro.
Los cambios de luz y oscuridad le dan tiempo para aparecer arriba o
abajo de la rampa.
En las paredes laterales hay tubos de luz fluorescente, verticalmente
colocados que se van prendiendo y apagando al ritmo de la música.
La tela desaparece y ella, en la plataforma superior, se coloca un
pantalón y una chaqueta de velcro. Se cubre la cabeza y sólo quedan al
descubierto sus manos y sus pies.
La rampa tiene al centro el
dibujo de un triángulo invertido cubierto de velcro. Las zonas externas están
limpias.
Ella comienza a pegarse con el velcro de la rampa; sus movimientos y desplazamientos están signados por el
esfuerzo y el impulso que necesita para despegarse.
Recorre la superficie del triángulo. Llega arriba y con cambios de luz
regresa a la base.
Se quita la chaqueta y el pantalón y lo deja prendidos del
velcro de la plataforma.
Sus movimientos cambian, está libre, se desliza con liviandad por los
espacios laterales, una luz blanca los hace brillar.
Comienza una luz estroboscópica, ella toma la ropa y la lleva hacia el tope de
la rampa. Y desaparece.
Regresa con un vestido rojo en las manos y dos rollos de velcro color
rojo.
Se viste y comienza a delinear con el velcro rojo los lados del triángulo.
Lo hace de forma parsimoniosa ayudándose con las pisadas para fijarlo.
Todo sucede de manera constante. No se puede dejar de mirar, Gema
Contreras nos atrapa con su dominio corporal en esa plataforma inclinada. Juega con la gravedad, se va
transformando a cada paso en su recorrido. Es fuerte, enérgica y al instante
sutil y etérea.
Manuel Morgado hace un singular juego de palabras con el título de la
puesta en escena y el material utilizado: Bell cross /Velcro.
Nos lleva a
pensar en lo que nos apresa y la lucha
para desprendernos. Es un cruce/juego
peligroso y arriesgado en el que todos alguna vez nos hemos visto. Pegarnos a algo o alguien y la necesidad de
despegarnos. Y si lo logramos, la sensación de recuperar la libertad.
Y porque no,
vestirnos de rojo.
Teatro del Antagonista-Danza Contemporánea
Dirección: Manuel
Morgado
Producción Ejecutivo: Kristopher
Gómez
Intérprete: Gema
Contreras
Diseño Sonoro: Gonzalo
Hurtado
Jefe Técnico: Nicolás
Muñoz
Asistente dirección: Josefina
Pérez
Coordinadora: Catalina
López
Realización Vestuario: Sebastián
Ríos
Microsala,
Centro Cultural M100
Santiago de Chile-Julio 2019
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